Este post casi comparte título con la película Los lunes al sol de Fernando León de Aranoa, que hablaba (entre muchas otras cosas) de aquellos que, al quedarse sin trabajo, pueden dedicarse el primer día de la semana a sentir cómo el calorcito y la luz les tocan la piel, mientras se preocupan, mientras buscan.
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Porque la falta de sol también me recuerda las otras cosas que me faltan, la gente que me falta, lo que quería hacer allá y ahora se quedó en intermedio. Pero sólo es un intermedio. No es el final de nada. Y abrir las ventanas y despertarse al sol es despertarse a las posibilidades... que están incluso donde crees que no las encontrarías.
Yo continúo con las posibilidades y las realidades del lunes - ya menos soleado pero igualmente prometedor. Y dejo por aquí una foto del socio, que también está disfrutando.
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