28.5.12

Rumbo a las elecciones: los dueños de la primavera

Desde hace unas semanas, mi casa está llena de flores. Algunas fuí a comprarlas a posta, pero otras son el anturio, la orquídea y la cuna de moisés que - a pesar de mis malos oficios que a veces las dejan sin agua durante días - sobreviven en casa y cuando comienza a salir el sol con más fuerza deciden que también ellas quieren florecer.

Me encanta que florezcan y que, por estar en mi casa sean mías: sería incapaz de colgarme la medalla de que yo hice surgir la primavera.

México vive una primavera inusitada. Miles de personas en las calles, demandando responsabilidades, firmeza, continuidad, claridad. Un movimiento que me emociona porque quienes están ahí tienen nombre y apellidos: son jóvenes, algunos universitarios, todos dispuestos a identificarse y a dejar de lado la comodidad del anonimato que ha hecho perder la fuerza a tantos movimientos y manifestaciones en México.

Hace doce años que me tocó por primera vez a mi votar para presidente había también un cierto tipo de emoción similar: la que te recorre el cuerpo porque parece que vas a lograr un cambio de gobierno - el que sea. Hoy sabemos que no se trata de "cualquier" cambio - se trata de un cambio razonado y firme. Y lo más importante, lo que más pesa: es que esa gente en las calles lo que quiere no es sólo quejarse, sino dejar claro que la ciudadanía está observando. Que nos hemos dado cuenta. Que no somos tontos ni nunca lo hemos sido. Y que va siendo hora de que los "poderosos" también sepan que hay quienes pueden cuestionar su poder.

Me emociona, desde Barcelona, que el movimiento se declare apartidista pero no apolítico. Parece que algo han aprendido de las otras primaveras - que no sólo se trata de quejarse, sino de quejarse y colaborar. El año pasado, en pleno incendio del 15-M en Barcelona, comenzó a asaltarme una duda y una gran preocupación: tenía la sensación de que muchos de esos "indignados" mostrarían su "indignación" no presentándose a las urnas. "No estoy de acuerdo con eso, no va conmigo, no voto". Resultado: no una "ola azul" como se llamaba a veces a la que llevó al poder al PP, sino una participación tan baja que otorgó a Rajoy una victoria aparentemente rotunda pero no en número absoluto de votos. Pero victoria al fin.

Me da por reir ahora que veo en algunos foros virtuales: "que no te engañen - #yosoy132 no es un movimiento de López Obrador". No, no es un movimiento de López Obrador - es algo que va más allá de un partido. Es un movimiento de aquellos que están razonando su voto, que están argumentando con hechos reales en el pasado, que no quieren más un discurso puramente mercadológico: que esperan un compromiso con el país.

Quedan por darme la razón los índices de participación, pero lo que me emociona de esta primavera mexicana es que creo que veremos un resultado claro de ella: un alud de participación juvenil, que dará a estas elecciones legitimidad y que puede, incluso, cambiar lo que parece un resultado "cantado". Y más allá de eso, una generación con mayor consciencia ciudadana que está haciendo despertar a las anteriores, acompañándolas no sólo a las urnas, sino a un sistema de mayor gobernanza, para bien del país.

Sí: puede que esté pecando de optimista. Pero creo que hay cosas que cambiarán, no por la fuerza de los partidos, sino por la de la gente pensante. Las flores que hoy adornan mi casa me llenan también de esperanza y me demuestran una cosa: no hay nada más poderoso que la naturaleza revolucionaria de la primavera.

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