Creo que lo único que no como en la vida son tortugas y ranas. Las tortugas porque yo fui parte de la generación con lavado de cerebro sobre lo malo que era comérselas - las recuerdo como el único animal en un peligro de extinción real. Y bueno, las ranas, no sé... resulta que no me parece que las ancas sean un manjar de ninguna clase (tienen poca carne), acaban sabiendo a pollo y tengo unos remordimientos muy a lo Jim Henson porque pienso que me estoy comiendo a la rana René (o Gustavo, o Kermit, según la traducción que hayan visto).
Sin embargo, nunca tuve especial predilección por Bugs Bunny - no me parece muy simpático ni nada. Es más bien una suerte de vividor que en lugar de fumar elegantemente como la pantera rosa mastica sin cero gracia cualquier zanahoria triste que se encuentra. Vamos, que no me es muy simpático.
Por eso, y porque en Cataluña he redescubierto lo bueno que está el conejo en muchos guisos, no me lo pienso dos veces cuando se trata de comerlo. Y ahora hasta el NYT hace una larga explicación de las razones por las cuales uno tiene que comerlo...
Así que ya no valdrá la historia del primo de Nueva York que llega a casa de uno y ve el guiso, pregunta qué es y luego dice: "But that IS a domestic animal". Mi chavo... también en su momento lo fueron las gallinas. Así que pierda lo melindroso.
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