13.7.07

Tengo una metáfora encerrada en mi oficina

Una especie de golondrina, pequeñita y activa, se metió a mi oficina ayer. En este edificio súper moderno, blanco e impoluto - que a todas luces parece tan bueno para cualquiera - no hay ventanas. Así que no puedo abrirle para que salga. Le acabo de compartir un poco de mis galletas de desayuno y un vaso de agua, pero me tiene miedo y no baja. Con techos de casi cinco metros de alto, me es difícil "cazarlo" para enseñarle el camino a salir. Me angustia. Mucho. Chirpea. Con angustia. Está en un lugar que parece bueno, pero no puede salir. ¿Por qué me suena familiar?

Actualización: Acabo de liberar a la metáfora. Se cansó de volar sin parar y se fue a una zona de techos bajos. Le hablé, le pedí que se calmara y bajó al suelo, a una esquina. Me acerqué con mi chaqueta - gris, de algodón - y se la puse encima. Temía lastimarla con mis manos. Salimos a través de todas las puertas de este edificio tan perfecto, tan complicado, tan doloroso de dejar. Cuando estuvimos en el patio, al rayo del sol, abrí las manos. Por un momento, sólo por poco, creo que sentí como que me miraba. Y voló. Algo tendríamos que hacer para imitarle.

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