16.6.14

A mi padre

Hoy yo también, todo el día, estuve acordándome de mi padre: mientras veía los cables de teléfono que sobresalen por todas las casas de Sofia, recorría museos imposibles o me petrificaba delante de los imponentes edificios en decadencia. Y me acordé de él cuando casi me perdí - otra vez, en una ciudad en la que esta vez ni siquiera sé leer el alfabeto. Me acordé porque supe que iba a llegar a mi destino: "tienes una brújula integrada", siempre dice de mi. "Aunque no sepas leer los mapas".

Recordé con claridad una vez que me llevó con él a lavar el coche. Cuando me dejó ir con el grupo de los niños al rancho y aprender a ordeñar. Las veces que me pidió que leyera en voz alta en la cocina, mientras sostenía un lápiz entre los dientes. Y una vez en Florida, cuando me dio unas monedas y me dejó llamar con mi inglés titubeante a pedir una pizza. Cuando salíamos a carretera y me dejaba mirar el mapa y darle vueltas y vueltas y vueltas... y me hacía responsable de dar las indicaciones. O de bajarme del coche a mitad de la noche a preguntar si había habitaciones en tal o cual hotel en pleno sureste mexicano. O cuando estuvo conmigo hora tras hora afuera de la casa enseñándome a estacionar el coche.

Recordé alguna vez que me mandó citar en su oficina, para decirle a la adolescente que era un par de verdades. Su cara de confusión cuando se dio cuenta que me había matriculado en una licenciatura en comunicaciones, no en una ingeniería. Su orgullo al verme con mi título en las manos. Su manera de conducir, sereno y orgulloso y guapo en su traje de lino, llevándome vestida de novia por las calles de Puerto Vallarta. Su abrazo sereno y comprensivo cuando le dije que se me acababa el matrimonio. Su emoción contenida en los aeropuertos cuando llego, cuando me voy. La absoluta certeza, la absoluta confianza con la que me dijo: "sí, es el momento, hazlo", cuando le conté de una aventura por comenzar.

Y me sentí muy, muy, muy, muy afortunada. Como me siento siempre. Pero a veces, como nos suele pasar, se nos olvida decirlo. Y hoy (ayer, mañana) toca.

Gracias, ingeniero. Lo quiero como ir a la luna, dar mil vueltas y regresar.

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