11.9.13

Revoluciones

El 11 de septiembre, cuando era niña, no significaba nada para mi. Quizá que hacía una semana habían comenzado las clases, que mis zapatos todavía estaban nuevos y mis libros seguían oliendo a papel recién abierto. Pero conforme fui haciéndome mayor, ese día específico en el calendario comenzó a llenarse de marcas. Primero, el cumpleaños de una amiga querida. Después, la perdida de la inocencia con un par de aviones incrustándose en las Torres Gemelas que nunca conocí más que por televisión y cine. Más tarde, la Fiesta Nacional de un sitio que me ha adoptado. Ahora, el 40 aniversario de un golpe militar que no termino de entender del todo, pero me llena de dudas y me fascina.

Este 11 de septiembre, viajando de vuelta a mi casa de adopción, mientras miro los aviones en un aeropuerto helvético y hermético, pienso en las revoluciones. En aquello que decía Allende sobre que la revolución es un estado natural de la juventud. Y pienso también en la idea de la juventud. Y cómo ambas ideas pueden extenderse y distorsionarse. Cómo la revolución es la modificación de lo establecido y quizá la juventud sea las ganas de estar vivo. Otra vez.

Finalmente, quizá hoy es un buen día para celebrar el paso del tiempo: el que nos ve crecer, nos acompaña de gente querida, nos rompe los esquemas, nos hace sufrir derrotas y traiciones. Pero continúa, siempre. Y en ese tiempo, también continúa la esencia básica de la libertad y la revolución - la posibilidad de algo. Siempre. Ahí.

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