Tomo fotografías todo el tiempo y conservo las que otros toman - me gusta documentar las ciudades, la gente, el crecimiento, las bienvenidas, las despedidas... y a veces, sólo muy de vez en cuando, consigo encontrar esas cosas increíbles que se quedarán en mi memoria.
Por ejemplo, esta fotografía de abajo. Tomada en diciembre, estoy con mis dos hermanos y mi cuñada. Nos estamos convirtiendo en "compadres" obra y gracia del bautizo de mi sobrina. Estamos atentos. Estamos bien.
Yo me quedo con los dedos de mi hermano el que sigue de mí, el hermano mayor, en mi brazo. Me quedo con su apoyo y su cariño. Conservo para mí la confianza en dejarme responsable espiritual - a mí, of all people - de su hija pequeña...
Ese hermano mío hoy cumple años. Y pocas veces hago extensivamente claro y público lo orgullosa que me siento de él: ese papá, esposo y hermano cada día más comprometido, más amoroso, más dulce. Se merece que se lo diga. Y de regalo, lo único otro que puedo hacer - pedirle al cielo, a todas las cortes celestiales en cada cultura y cada rincón del mundo, que lo protejan y que nos ayuden a tener claridad para querernos siempre, como hermanos, cada vez más.
Todo eso, en una fotografía.
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