Voy al gimnasio a las 7 de la mañana porque sólo medio atontada por el sueño soy capaz de embarcarme en cualquier actividad que requiera levantamiento de pesas. Esta mañana, sin embargo, el sueño se me espantó antes (usualmente es en la abdominal 50 en la que digo "¡¿pero yo por qué estoy despierta y qué estoy haciendo aquí?!").
A la entrada del gimnasio hay un dispensador de periódicos gratuitos. El titular de hoy (del ADN de hoy) es "Rajoy afirma que España tiene 'sed de elecciones'". Tengo que confesar que la declarativa me despertó del todo. Me quedé pensando en el señor Rajoy - lider del Partido Popular, la oposición de derecha en España - mientras llenaba mi botella de agua. ¿Qué querrá decir realmente con "sed de elecciones"?.
Mientras me peleaba con una de esas pelotas enormes de gimnasio, no podía dejar de pensar en Rajoy y, entre otras cosas, las elecciones generales en Portugal ayer. El país vecino sufrió unas elecciones con la mayor abstención de su historia. Y luego al cambiar a unas pesitas de dos kilos - que resultaron demasiado pesadas para mis brazuchos - también pensé en los 30 mil belgas que salieron el mismo domingo a la calle a exigir que los partidos se pongan de acuerdo y formen, de una vez por todas, un gobierno para el país.
Y sigo pensando en la sed de elecciones, de urnas del Señor Rajoy (empiezan las abdominales). Entre el conteo rítmico de la instructura (8, 7, 6... última serie...) lo escucho diciendo que el gobierno actual es de "ocultación, improvisación y cálculo ventajista".
Se acaban las series y la profesora dice. "Tomen un trago de agua". Yo, que tengo sed, sigo la instrucción. Pero me queda la duda si la que tendrá sed no será ella, o si, don Mariano, el que tiene sed de urnas es usted mismo - pero lo refleja en los demás como una mamá pide a sus hijos que se pongan el suéter cuando tiene frío. En buen plan, sólo le comentaria una cosa: no ponga demasiada fé en que la gente vote por usted. O haga algo para evitar la abstención. Porque de otra forma, todo, pero todo, puede suceder.
Sólo un consejo, don Mariano: no se vaya a usted a decepcionar. Casi creo yo que la España que usted dice que tiene sed es un adolescente que, o no va seguir su orden por llevar la contra o por decepción en su figura (ah, la abstención); o va a votar en su contra porque, honestamente, no parece usted ofrecer ninguna cosa nueva.
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