La fauna típica de las horas muy tempranas de la mañana en un gimnasio depende casi directamente del tipo de gimnasio y de su costo. Quizá en una zona residencial o financiera, en un piso 20, con máquinas de última generación y piscina de acero inoxidable, quienes sudan las camisetas a las siete de la mañana sean ejecutivos de grandes vuelos que necesitan un shot de adrenalina para comenzar bien el día. Si, en cambio, uno se traslada a un gimnasio municipal de barrio a las siete de la mañana, se encontrará con todos los pajaritos madrugadores que son las abuelas, que hacen su gimnasio para no quedarse del todo inmóviles antes de que llegue la hora de la sucesión de nietos y comidas.
Yo las escucho. Me gustan los cuentos sobre las vacaciones del IMSERSO (algo así como el INSEN mexicano), sobre las casas de campo cuando estaban niñas, sobre su visión del mundo. Todo tiene cabida: los impuestos, los políticos, la globalización, el cantante de moda. Creer que esas cabecitas blancas no están al día es una enorme falacia: pasan demasiadas horas frente al televisor.
Pero claro, con ideas bien claras. Donde los buenos son buenísimos y los malos son los peores. Y se habla de ellos en lo cotidiano. Alguien se tropieza y cae en los vestidores. Un enjambre de abuelas se abalanza contra ella y la ayuda a levantarse, a quitarse el golpe y la pena. Las voces se superponen una a la otra.
- "Ni te preocupes, todo el mundo se cae... mira a la reina Sofía, que el otro día se tropezó y casi se cayó".
- "Claro, pero es que por traer esos zapatos... cómo le explicamos que uno ya no está en edad".
- "Si que está en edad pero hay que ir con cuidado... menos mal que ella se toma bien las cosas".
- "Sí, y el rey también... hay que conocer uno sus limitaciones y no culpar a los otros... porque mira que hace años yo me acuerdo que Fidel Castro se cayó en un acto y luego me dijeron que mandó a encarcelar a todos los que estaban por ahí, por si de caso alguno si había reído de él...".
Me alejé de las duchas y las escuché cada vez menos. Mientras me desenredaba el cabello me imaginé, no pude evitarlo, a Fidel Castro convertido en Reina de Corazones de Lewis Carroll (¡que les corten la cabeza!). Es lo que tiene ir al gimnasio tan temprano: que uno a veces sigue teniendo pesadillas aún después de la ducha.
Nota al pie: este post, el blog y su autora agradecen a la Srita. Melancolía las acotaciones hechas al respecto de la melange de autores que usualmente traigo en la cabeza, en donde CS Lewis y Lewis Carroll de pronto (sólo de vez en cuando) son la misma persona. :D
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3 comentarios:
Ja, ja, ja...me encantó!
Saludos Cin...
jaja, qué ternura!! La frase que más me gustó fue "yo las escucho", casi las pude escuchar yo también opinando de este mundo loco y ajeno. Saludos!
(ahora me voy a odiar por lo que sigue, pero bueno, si no lo digo yo alguien más lo dirá: es Lewis Carroll; las brujas de C.S. Lewis siempre me han parecido menos carismáticas)
Para nada! Gracias todas por las correcciones - yo necesito muchas veces un editor... :D
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