Cuando me llamó Matiana para que fuéramos al concierto de Khaled y me dijo lo mucho que le gustaba, no me lo pensé mucho. Este año no había ido al Grec, así que me apetecía subir una noche a ver la ciudad desde allá y escuchar un concierto al aire libre. Compré las entradas - con descuento, por supuesto - y me las guardé en el bolsillo.
Ya en la noche, cuando iba corriendo por Matiana para llegar, L me dijo que era música rai, que seguramente me gustaría, que lo disfrutara mucho. La verdad es que a mí ya se me había disipado esta intención de masas que por un momento me había parecido buena idea en la mañana. Últimamente mi nivel de tolerancia a las concentraciones de personas es baja. Pero había un plan. Y tocaba respetar el plan.
Fuimos en metro. En el vagón lleno de gente estaban unos chicos que iban promocionando los teléfonos Nokia con una especie de teatro callejero. Ya los he visto un par de veces y ahora sólo sentía que subían el nivel de ruido. Intenté no hacer mayor caso: está visto que mi malgenio se extiende.
Llegamos al Grec, entramos, compramos una cerveza, no nos dejaron entrar al área de concierto con la cerveza y nos sentamos en los jardines a terminárnola. Desde ahí escuchamos los primeros acordes. Nos terminamos rápido la cerveza y llegamos a nuestros muy bonitos asientos. Efectivamente, la música me gustó: presentaba un disco además, más mezclado que lo usual, en donde cabían hasta acordes de salsa. Traía una mini orquesta de 12 músicos y él se paseaba por toda el escenario con sus pantalones de mezclilla, sus zapatos negros y una camisa rosa amplia, que le escondía casi todo el tiempo una enorme barriga. Se notaba como que se divertía. A mí, entre la voz y los movimientos - la forma de "estar" - me hacía pensar en una versión marroquí de Juan Gabriel.
En algún momento, cerca de donde estábamos nosotros, comenzaron a salir banderas algerianas y otros letreros con la estrella marroquí. Los chicos gritaban en árabe desde las gradas, como si el concierto fuera para ellos. Matiana y yo lo comentamos, cómo a veces, lejos de casa, sientes que el concierto es para tí: yo, por ejemplo, lloro y lloro cada vez que veo a los Tacvbos.
Pero la cosa no acabó ahí. En algún momento, de alguna esquina, salió corriendo un chico hacia el escenario con las banderas y se las dió, pasando entre los dos guardias de seguridad que estaban apostados y lo vieron pasar atónitos. Intentaron sacarlo por las buenas del escenario y, cuando el otro se resistió, directamente comenzaron a empujarlo y hacerlo subir por las escaleras para sacarlo del recinto. La gente abucheó y un chico que estaba delante de nosotros casi se le va a golpes al de seguridad. Luego parecía que había un poco de paz pero, desde el escenario, Khaled pidió que dejaran entrar de nuevo al chico.
Eso abrió las puertas a una ovación y varios grupos de chicos con banderas, que bajaron y se pusieron alrededor del escenario. Yo trataba de concentrarme en la música, pero no podía dejar de mirar a los chicos de seguridad sobre el escenario, en cuclillas, como perros guardianes, esperando. No usaban violencia, pero no podían permitir que se subieran. Khaled se acercaba a las orillas del escenario, se tomaba fotos, agarraba algunas banderas y dejaba otras. En cada esquina había jaleo porque los cinco de seguridad que habían no podían cubrir todos los fuentes. De pronto, entre canción y canción, habló unos cinco minutos en árabe. Podías escuchar risas y aplausos - quise entenderlo, quise saber qué decían. Y también noté, por las caras cada vez más tensas de los de seguridad, que ellos también querían saber de qué iba el asunto.
Finalmente, siguieron con el concierto. El equipo de seguridad sacó a dos tipos más. Hubo más fotógrafos que se subían a escena. Más bailes alrededor de la tarima. Yo me incorporé varias veces pero no por las ganas de bailar, simplemente quería saber qué estaba pasando.
Salí de ahí un poco aliviada de que se hubiera acabado el concierto, a pesar de que me había parecido al principio que la música era súper buena. Caminé de regreso a casa intentado explicarme qué era exactamente: que no me gustan las masas, que me estoy volviendo vieja, que me desespera no saber qué está pasando, que estoy conciente que todos los actos multitudinarios pueden ser peligrosos, que tengo tintes racistas clarísimos...
No lo descubrí. Pero aún hoy, contando la historia, me sentí incómoda y tensa. Y creo que hace mucho si dudo tanto en publicar algo.
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3 comentarios:
Ostras, mira que se me están quitando las ganas de ir a ver a los Orishas...
Por favor! No dudes! Yo no quisiera nunca haber escrito un post disuasorio... y seguro que el concierto será lo máximo. Saludos.
Acabo de salir corriendo del concierto que Cheb Khaled está dando en el Womad Las Palmas. Me encanta el argelino pero la tensión entre los saharuis y los marroquíes iba en aumento, incluyendo lanzamiento de objetos a los músicos. Mi compañera y yo agarramos a mi hijo y sobrina y los sacamos del Parque de Santa Catalina. La primera vez que vivi esta violencia en un Womad. Soy prosaharui y respeto mucho lo que representa Khaled, pero no entendí sus juegos primeo con la bandera marroquí y luego con la saharui ni el fanatismo del entorno.
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