Me puse rojísima, como siempre cuando hablo en público. Les conté cosas de mi experiencia profesional y personal. Intenté enseñarles algo. Intenté hacerles participar. Que mostraran algún signo de emoción, de vida.
Sería injusta si no digo que hubo unos cuantos que se implicaron y preguntaron cosas y participaron en la actividad y luego se quedaron hasta el final. Sería muy injusta.
Pero me parece más injusto que esto, en donde no logré moverlos casi, sea lo que cuente en mi curriculum - el dar tallercitos o clases en la universidad. Y las horas de talleres con niños y abuelitos del barrio y escuelas a los alrededores no sean tan relevantes. Supongo que debería conformarme con el hecho de que son tan satisfactorias.
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