Sé que este blog más de alguna vez se ha visto atacado por mis faltas ortográficas, hechas sobre todo al calor de la rapidez. Pero intento, en la medida de lo posible, que mi título de "Licenciada en Ciencias de la Comunicación" reditúe por lo menos en una redacción decente. Y siempre he pedido que la gente que trabaja conmigo en labores "comunicativas" haga lo propio.
Por eso entiendo el ataque de una querida amiga al recibir un mail de un "alto cargo de la mercadotecnia nacional" en el que, entre otras barbaridades, escribe Brasil con z y afirma: "yo quería que me digieran..."
Así, con g y con n. Para matarlo.
Otra: importante cadena de librerías mexicana, que tiene campaña más importante aún para fomentar la lectura y la ortografía, manda email promocional con el siguiente encabezado (pongo foto para que no se diga que miento):
¿Qué les hacemos?
24.5.08
Sanborns de los Azulejos
9h45. Un hombre mayor - más de 70 años - vestido con un raído traje de poliester gris se me acerca mientras escudriño las mesas en busca de mi amiga con la que iba a desayunar. "¿Señorita? ¿Me podría decir por favor por qué es usted tan bonita?". Me quedé muda. Me sonrojé. Agité la cabeza de un lado para otro como diciendo que no. "No, de verdad, es usted muy bonita. Y espero de verdad que le vaya muy bien en todo lo que haga y que Dios la bendiga. Adiós".
Hizo una pequeña reverencia, casi imperceptible, y se fue. Me quedé mirando al cielo como tonta.
Hizo una pequeña reverencia, casi imperceptible, y se fue. Me quedé mirando al cielo como tonta.
17.5.08
Pendientes
Para mañana tengo que:
- hacerla de maestra de ceremonias de las 9 de la mañana a las ocho de la noche en una conferencia en un teatro para 400 personas, al que difícilmente llegarán más de 100.
- hacer correr todos y cada uno de los powerpoints.
- conseguir 210 copas, 350 platos, 700 cubiertos, dos meseros que sepan servir vino y otros dos que no.
- asegurarme que los siete monitos que se vayan de paseo para los acompañantes de la conferencia, SE VAYAN - me acabo de acordar que una de las "acompañantes" no sabe dónde es la salida... ni sabrá.
- ser monísima (tengo un morete del tamaño del mundo en mi pierna izquierda y no sé cómo me lo hice. Y también uno en la pierna derecha, pero más discreto. uf).
- dormir, a pesar de mi vecino que está como tirando la habitación de al lado.
Además de acordar pagos y facturas trasatlánticos, lidiar con un oligofrénico que pretende que todo el mundo le llame "Doctor", apoyar a la traducción consecutiva, pasar los powerpoints de los ponentes, guardar el material, sonreir, verme cute, todo.
Y este post es para cada vez que diga que mi trabajo es la onda.
- hacerla de maestra de ceremonias de las 9 de la mañana a las ocho de la noche en una conferencia en un teatro para 400 personas, al que difícilmente llegarán más de 100.
- hacer correr todos y cada uno de los powerpoints.
- conseguir 210 copas, 350 platos, 700 cubiertos, dos meseros que sepan servir vino y otros dos que no.
- asegurarme que los siete monitos que se vayan de paseo para los acompañantes de la conferencia, SE VAYAN - me acabo de acordar que una de las "acompañantes" no sabe dónde es la salida... ni sabrá.
- ser monísima (tengo un morete del tamaño del mundo en mi pierna izquierda y no sé cómo me lo hice. Y también uno en la pierna derecha, pero más discreto. uf).
- dormir, a pesar de mi vecino que está como tirando la habitación de al lado.
Además de acordar pagos y facturas trasatlánticos, lidiar con un oligofrénico que pretende que todo el mundo le llame "Doctor", apoyar a la traducción consecutiva, pasar los powerpoints de los ponentes, guardar el material, sonreir, verme cute, todo.
Y este post es para cada vez que diga que mi trabajo es la onda.
12.5.08
Blast from the past
Nos sentamos a comer en un restaurante caro. Lo que nunca hubiéramos hecho hace diez años. Yo quería abrazarlo, pero no sabía si era correcto o no. Algo decía que habíamos cambiado - quizá las canas en su sien, quizá el acné que puebla mi cara y que no existía cuando éramos adolescentes. Él ha regresado de su exilio voluntario. Yo no. Y hablábamos de esa sensación de no estar, de no sentirse parte, de creer que todo ha cambiado pero al mismo tiempo - paradoja estúpida - sigue un poco igual.
En las bocinas del restaurante, resonó una canción de Soda Stereo. De aquellos tiempos.
Supimos que nos habíamos querido mucho. Y lo que era más importante, que seguíamos queriéndonos. Eso y sólo eso es por lo que vale la pena volver.
En las bocinas del restaurante, resonó una canción de Soda Stereo. De aquellos tiempos.
Supimos que nos habíamos querido mucho. Y lo que era más importante, que seguíamos queriéndonos. Eso y sólo eso es por lo que vale la pena volver.
Día de las Madres
El viernes me perdí caminando por la Colonia del Valle. Es curioso, porque incontables veces la recorrí subida en un coche y nunca me perdí. Pero es diferente caminar que transcurrir en un vehículo de cuatro ruedas. Muy diferente. En una esquina - imposible de recordar cuál - compré un ramo de gardenias. Me parecieron tan bonitas. Me recordaron unas vacaciones en Veracruz.
Después de vagar durante un rato, finalmente decidí tomar un taxi. Duramos una hora en llegar hasta el hoyo negro donde el 80 por ciento de las veces quien me cita ahí me deja plantada (debería aprender que no tengo que citarme ahí con nadie nunca más). Al llegar, el taxista me dice: "que le vaya bien. Y, si es mamá, felicidades por mañana".
No dejé de preguntarme qué le había hecho pensar que yo era mamá.
+ + + + + +
Ayer, día de la madre, estuve en casa de mis abuelas. Las veo más o menos bien, pero con algunos comportamientos que me hacen inclinarme más hacia el menos. Me da tristeza vernos a todos envejecer, pero a ellas más críticamente.
Todas mis primas de mi edad son orgullosas - o deprimidas, pero orgullosas - mamás. Todo eran abrazos a mi alrededor y, preguntas al respecto de mis relaciones. No de mis bebés. El haber perdido un embarazo hace un par de años parece que me exime de ser interrogada, por lo menos en público.
Sin embargo, al ver que todas eran felicitadas y cargar por primera vez a la pequeña Sophie, sentí un poquito de envidia. Y supongo que mi abuela me lo vio en los ojos. Y se acercó y me abrazó. "Felicidades también para tí, hijita. Tú también eres mamá. La diferencia es que tú tienes a tu angelito en el cielo, desde donde mira por tí".
Creo que sentí auténticas ganas de llorar.
+ + + + + + +
Le llamo, un poco tarde, para felicitarlo de su cumpleaños. Lo escucho modorro. La semana pasada que le llamé me había contado que acompañaría a su esposa a una revisión médica. Me acordé de todas las veces que yo había ido sola con mi médico y las veces que había ido acompañada. Había ido acompañada cuando presentíamos un embarazo.
Hoy me lo confirmó. Espera un bebé. Y me alegro tanto. Pero hay algo que también me hizo sentir unas ciertas ganas de llorar.
Después de vagar durante un rato, finalmente decidí tomar un taxi. Duramos una hora en llegar hasta el hoyo negro donde el 80 por ciento de las veces quien me cita ahí me deja plantada (debería aprender que no tengo que citarme ahí con nadie nunca más). Al llegar, el taxista me dice: "que le vaya bien. Y, si es mamá, felicidades por mañana".
No dejé de preguntarme qué le había hecho pensar que yo era mamá.
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Ayer, día de la madre, estuve en casa de mis abuelas. Las veo más o menos bien, pero con algunos comportamientos que me hacen inclinarme más hacia el menos. Me da tristeza vernos a todos envejecer, pero a ellas más críticamente.
Todas mis primas de mi edad son orgullosas - o deprimidas, pero orgullosas - mamás. Todo eran abrazos a mi alrededor y, preguntas al respecto de mis relaciones. No de mis bebés. El haber perdido un embarazo hace un par de años parece que me exime de ser interrogada, por lo menos en público.
Sin embargo, al ver que todas eran felicitadas y cargar por primera vez a la pequeña Sophie, sentí un poquito de envidia. Y supongo que mi abuela me lo vio en los ojos. Y se acercó y me abrazó. "Felicidades también para tí, hijita. Tú también eres mamá. La diferencia es que tú tienes a tu angelito en el cielo, desde donde mira por tí".
Creo que sentí auténticas ganas de llorar.
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Le llamo, un poco tarde, para felicitarlo de su cumpleaños. Lo escucho modorro. La semana pasada que le llamé me había contado que acompañaría a su esposa a una revisión médica. Me acordé de todas las veces que yo había ido sola con mi médico y las veces que había ido acompañada. Había ido acompañada cuando presentíamos un embarazo.
Hoy me lo confirmó. Espera un bebé. Y me alegro tanto. Pero hay algo que también me hizo sentir unas ciertas ganas de llorar.
9.5.08
1.5.08
Día del trabajo
Siempre me intrigó por qué el día del trabajo se celebraba sin trabajar. Por eso lavé mi ropa a mano (se murió mi lavadora) y tiré la mitad de mi guardarropa (no es que no quisiera lavar más. Es que la primavera y el sol traen aires renovadores).
Hoy comienza el countdown para volver a cruzar el charco. Y al llegar, sólo sonrisas, por favor.
Hoy comienza el countdown para volver a cruzar el charco. Y al llegar, sólo sonrisas, por favor.
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