Anoche, cuando llegue a casa, se había montado una pequeña revolución alrededor de mi teléfono. Los señores de la compañía de teléfono de colores cálidos a la que ahora me cambio sufrían porque los señores de la compañía de teléfono de color azul en el que antes tenía mi cuenta no querían cedérselas por un "error" en alguno de mis datos. Y llamaron como dos mil veces a casa para que yo les confirmara, factura en mano, mis datos.
Finalmente, a eso de las 22h30, llamaron, me encontraron y les dí los datos. La chica sonreía muchísimo. Sonaba feliz. Supongo que fui una de las metas en el día que se cumplieron.
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Por motivos ajenos a nuestra voluntad, la mudanza temporal de este blog al frío Helsinki durante el fin de semana se vio cancelada casi indefinidamente. Y digo casi porque gracias a una amable telefonista de la compañía de aviación francófona ahora se realizará durante el primer fin de semana de diciembre. "Si me permite decirle, es muy bonito en diciembre. Yo he estado ahí. Y así se evita pagar más recargos".
Lo que quería: alguien que se ocupe de mi disfrute y de mi dinero. Ahora, Helsinki, a casi siete meses de distancia. Pero, afortunadamente, todavía en el panorama.
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