19.4.14

La Pasión según un Niño de Poble Sec

Viernes Santo y la ciudad había sido tomada por los turistas. Sin embargo, al bajar por las calles menos conocidas, al pasear por los barrios menos de moda, parecía una especie de domingo extendido. En Poble Sec, algunas terrazas se recogían temprano, desanimadas por un viento que no terminaba de calmarse.
Él iba corriendo un poco desbocado. Las calles sin autos caminando es a lo que invitan - a correr desbocado, lejos de la mano de la mama y del abuelo que van vociferándose entre ellos. Y entonces, en su carrera loca, cruzó una calle sin fijarse.
Cuando estaba en la mitad de la calle comenzó a caerle el aluvión de gritos e insultos. "¡Pero qué haces! ¿A dónde coño vas?". Se quedó petrificado, escondiéndose detrás de un poste en una esquina. Los tres adultos, ya menos ocupados en su propia discusión, ahora hacían una competencia a ver quién le gritaba más fuerte. "¿Estás tonto o qué? ¿Has visto aquel carro que pasaba? ¡Te pudo haber atropellado? ¡Y te hubieses quedado ahí, muerto, muerto!". La voz muy aguda de su madre era avasalladora, pero se podía ver desde lejos que a quién de verdad había que temerle era al abuelo. Y era verdad: su voz tronó, como cuentan por ahí que tronaba la voz de aquel inmisericorde diosdelosjudíos.
"¡Te hubieses quedado ahí muerto, ya verías! ¿Y crees que nos íbamos a quedar tristes? ¡Por supuesto que no! ¡Tristes estaríamos por todo el dinero que nos cobrarían por tu entierro! ¡Por eso estaríamos tristes!".
V y yo aceleramos el paso, mirando cómo el pequeño se hacía cada vez más pequeño en medio de la catarata de insultos, como si fuera nazareno camino al Gólgota. No lo sacudían, no lo tocaban... no en el cuerpo, pero si en el alma y la cabeza.
"Señor, si puede pasar de mi este caliz", pensaba yo, empeñada en encontrar sentido a la gritiza en plenos días de vacación.
"Ese pobre", dijo V, mucho más cerca de la realidad. "Ya se quedó traumado para el resto de la vida".

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