1.9.11

El fin de agosto, Boijmans y el Futuro

Privilegio que tenemos los que nos hemos convertido en viajeros constantes, regresamos a algunas ciudades que no son propiamente "nuestras" pero las consideramos parcialmente de nuestra propiedad. A pesar de no entender todo lo que se habla en las calles sabemos, por ejemplo, cómo leer un menú, qué estación del metro es la más cercana al mercado y qué día de la semana el museo más bonito de la ciudad no cobra entrada.

En Rotterdam, el Museo Boijmans Van Beuningen es gratuito los miércoles - mejor que cualquier dos por uno. Y yo me siento incluso culpable de estar aquí un miércoles y no ir, aunque sea a visitar a esos Magrittes que ya se que me encantan, a asomarme a sus jardines, a ver la colección de diseño industrial que incluye un walkman sony de aquellos amarillos. Es, digamos, mi cita con la ciudad.

Ayer fuí al Boijmans y entre otras cosas maravillosas que me encontré, fuí al Futuro. El Futuro es una pieza de plástico hecha en 1968 por el arquitecto finlandés Matti Suuronen. En los sesenta, había esta corriente de construir espacios para vivir que pudieran llevarse e instalarse por todos lados, que fueran muy baratos - el plástico era barato entonces - y solucionaran el problema de la vivienda mundial. Tan fácil como construirla y llevarla ahí donde fuera necesaria. Futuro era una casa con forma de OVNI que ya se entregaba amueblada y donde podían caber ocho personas - bajitas, he de decir.

Ni para qué explicar que el proyecto fue un poco una ruina. Sin embargo, se construyeron 96 casas que dan vueltas por el mundo y recuerdan ese momento de diseño y de ilusión. El Boijmans compró una de las casas y le dió un súper salón en donde se puede entrar a verla - siempre y cuando esté uno dispuesto a no tocar, ponerse unos patucos como quirúrgicos y aguantar el olor a plástico viejo. A mí esas cosas no me amilanan así que pude entrar a verlo por dentro: y fuí muy feliz.

Una chica dentro de Futuro. Yo la fotografío desde afuera.


Un hombre saliendo de Futuro. Nos estuvimos siguiendo por el Museo y salimos al mismo tiempo porque estaban por cerrar. Caminamos lado a lado por como cinco minutos hasta que él se quedó en su hotel (o se escondió en el lobby de un hotel). No sé cuál de los dos estaba más asustado. Creo que él - al final, yo le había tomado fotos.


La sala del Futuro. Con ventanas y vistas al exterior.


Vista desde el baño a un guardia del Museo cansado y que miraba su reloj para que dieran las cinco. 

 Yo misma, feliz, posando delante de Futuro.


Tengo que decir también que, además de ver el futuro, ví otras cosas muy lindas en el Boijmans. Las que ya se que me gustan, como el edificio mismo, la colección permanente que hace dar mucha envidia a mucha gente, los guardias que se estaban riendo y picándose las costillas y otras cosas maravillosas y sorprendentes como:


La "Wombhouse" del Atelier Van Lieshout. Ellos ya no pretenden que la gente de facto viva en sus trabajos, pero tienen muchos artistas trabajando para ellos. En caso de que no se entienda, a aquellos que dicen que les gustaría volver a la calma del seno materno, pues esto es una "casa" diseñada como un útero. La cama en el centro, en uno de los ovarios una cava y múltiples cosas entretenidas.


Este Magritte que yo no conocía (Le modèle rouge III, 1937). Me gustó. No tanto como me gusta "La Reproduction Interdite", pero me gustó.


La calma de esos ejecutivos sentados en los jardines del Museo, disfrutando de los rarísimos rayos de sol que bañaron la ciudad la tarde de ayer.

Cerré agosto como había que cerrarlo - visitando el Futuro y disfrutando de la calle.

2 comentarios:

Paula ~ The good bride ~ dijo...

Que interesante amiga. Gracias por compartir tu última día de agosto =) Besos! Paula.

JULY dijo...

qué bonito paseo!!!!