19.7.11

"¡Vigiladme!"

Barcelona es una de esas ciudades en el mundo en las que puedes salir a la calle en pijama y prácticamente nadie se entera - o parece enterarse. Supongo que tiene que ver con que todos vamos a la calle con unas pintas bastante libres o que parece que el laissez faire se ha convertido en el lema de la ciudad. Casi nada, o nada, parece sorprender a las calles.

Y ayer, yo no podía dejar de verlo. Caminaba por la Ronda de Sant Antoni hacia el mercado desde Plaza Universidad. Se tambaleaba constantemente, cruzando de un lado a otro la acera. Llevaba unos jeans sucísimos, como de haber estado en el suelo, un polo blanco igual de sucio y una gorra debajo de la cual se adivinaba un cabello pegado por el sudor y la suciedad. No sé a qué olía: no me detuve lo suficientemente cerca. Me asustó su bamboleo y me fuí al extremo de la calle. Pero desde ahí lo veía levantar las manos al cielo y gritar: "¡Madre, hermanos! ¡Vigiladme que voy borracho! ¡Vigiladme y sostenerme que me puedo caer! ¡Voy borracho, madre! ¡Hermanos, sostenedme! ¡Voy muy borracho!".

Su sirena particular alertaba a los otros traseúntes, que nos retirábamos de la calle a su paso y evitábamos verlo no porque no nos importaba, sino por la pena. Esa pena entendida como tristeza y convertida, quizá, en una sucesión de imágenes a su alrededor que le sostenía. Quizá sí que le vigilaban: y vigilábamos todos, evitando cruzarnos en su camino.

1 comentario:

Jaume Radigales dijo...

Sí, és cert que a Barcelona es pot anar en pijama sense que et diguin res però... és llibertat absoluta o bé és despreocupació, individualisme i insolidaritat? L'exemple que poses és prou revelador...