24.4.11

Ataque de pánico

Creo que fue el jueves en la noche - las semanas festivas comienzan a desdibujarse - que escuché en la barra de un bar una historia que medio me horrorizó. La contaba una psiquiatra de unos treinta años que trabaja en una clínica de desintoxicación. Decía que a la gente a la que se le quiere quitar la adicción al alcohol a veces se les da una pastilla que les causa, literalmente, ataques de pánico al mezclarse con el alcohol. Ellos incluso deciden tomársela voluntariamente para, en caso de que caigan en la tentación, tener un ataque de taquicardia que según las palabras de la chica "es lo más cercano a sentir que te estás muriendo. Se les acelera el corazón tanto que les dan ataques de pánico y no pueden respirar. Es horrible, pero es una situación como de perro de Pavlov".

Me quedé en eso - en la capacidad de provocarte pánico si bien no a voluntad, si por razones de "control". Me pareció una historia tan horrible que no pude reirme a gusto del controlador de boletos del metro que es adicto al sexo con trasvestis y a la cocaína - tan adicto, que a sus 40 años la madre le tiene las cuentas de banco bloqueadas. Su ataque de pánico parece que se desata cuando amanece a las seis de la mañana en algún lugar con una deuda enorme por pagar y tiene que hablar a su madre y pedirle que le haga una transferencia para pagar sus prostitut@s.

Menos químico y menos sofisticado, ayer me acordé de una sensación de desconsuelo y terror que me sobrecoge cuando de pronto un día - otro más - descubro que mi capacidad de análisis y trabajo no son las de un Xmen y no puedo, aunque quisiera, cubrirlo todo. Me mido mal, me confío, me ataranto (tan bonita y tan mexicana esa palabra). Y entonces a 48 horas de una fecha de entrega hiperventilo y lloro, maldiciendo mi maldita gana de hacerlo todo y mi poca capacidad de pedir ayuda.

Y luego me voy al ordenador y me pongo a ello, a hacer una versión menos histérica que sea legible para que me alcancen a dar comentarios. Aunque no duerma toda la noche. Aunque me quede, como ahora, agotada, y pensando cómo me quitaré yo esta adicción a la adrenalina del trabajo.

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