En esta casa, el ruido blanco es el tictac del reloj en el comedor, los ruidos de la nevera, el termostato descompuesto del horno que sigue escuchándose, siempre. También es ruido blanco mi tos, seca, que apareció ayer después de dos vasos de refresco con hielo. Estaba intentando espantar algo con ese frío - no atraer algo mejor.
Fuí abducida por la inmovilidad, las series con subtítulos por Internet, por la pereza y la incapacidad de terminar todo en dos días. Ya no es domingo: es lunes y mi despertador sonará en cuatro horas - a ver si puedo irme al gimnasio, y luego a escribir, y luego a una conferencia, luego a la universidad, a estudiar, a leer, a planificar, al banco, a reciclar basura y seguramente a algo más que me olvido.
Siempre me olvido de algo. Siempre. El problema es el escalofrío cuando sientes que te olvidas de alguien, de eso que era importante. No sabes de qué - sólo percibes el olvido como frío, como ese ruido blanco, que no se va.
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