Me lo dijo muy serio y con un pie en el umbral de la puerta. Sabe que a mí el futbol es una cosa que me divierte, pero no me apasiona. Pero estaba realmente serio: "esta tarde, a las cuatro, entra en un bar. Dime que vas a hacerlo. Tomarás la mejor clase de cultura holandesa de tu vida".
Todavía lo estoy considerando, pero en el fondo no me parece una mala idea. Me veo entrar en un bar fresquito (hace calor estos días en los Países Bajos) y disfrutar junto a un montón de gente vestida de naranja. Con lo bonito que es el naranja.
Lo que más me ha gustado hasta ahora es la televisión. Ayer, hasta las doce de la noche, incontables tertulias hablaban de las posibilidades, o no, de su equipo de fútbol de ganarle a Brasil. Increíblemente, una de las cadenas públicas hizo un corte de unos 20 minutos sacado de las televisiones de Brasil, para ver cómo allá se percibe al equipo.
Eso me gustó. Esa especie de desafección y frialdad que, de todas maneras, no termina de serlo. Esta casa, llena de libros de arquitectura, tiene de pronto un pequeño peluche naranja encaramado sobre una lámpara Ptolomeo.
En el fondo, todos tenemos muy cerca del corazón nuestras futboleras ilusiones.
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1 comentario:
Esto del futbol es curioso: ayer acá, en México, mucha gente disfrutaba y celebraba la victoria alemana, en realidad sabemos que disfrutaban la derrota argentina. Los hombres y niños saliendo a jugar al futbol después del partido con una sonrisa en la cara.
Disfrute su cátedra.
Saludos.
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