Hoy el New York Times registra en sus páginas la decisión del juez Thomas F. Hogan de enviar a la cárcel a la reportera investigadora Judith Miller por negarse a revelar sus fuentes en una investigación al respecto de un operativo encubierto dentro de la CIA. Frente al argumento de Miller - quien afirmó ante el juez que no le revelaría sus fuentes porque "si los periodistas no pueden garantizar confidencialidad y tener la confianza de sus fuentes, entonces los periodistas no pueden funcionar y no existirá una prensa libre" - el juez Hogan la mandó a una cárcel "conveniente" hasta que se decida a hablar o termine el mandato del gran jurado en octubre.
Las razones del juez, por supuesto, son impecables. Su explicación fue la siguiente: "Tengo una persona enfrente de mí que está desafiando la ley", afirmó. "Es como el niño que dice: 'De cualquier manera tomaré esa galleta de chocolate y me la voy a comer. No me importa'".
Qué pena, verdaderamente. Que Miller vaya a la cárcel y - seguramente - sin concesiones en lo que a galletas de chocolate se refiere. Ahora que me vengan a decir a mí que Estados Unidos defiende la democracia, la libertad de expresión, de información. Digo, sólo para probar.
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