7.7.05

Barcelona también es Sefarad

La primera vez que sonó la palabra "sefardí" en mis labios se refería exclusivamente a la deliciosa comida que sirven en el restaurante Saks en México, D.F. Recuerdo bien esa primera sobremesa donde me dieron mi rápida introducción a la cultura judaíca que se había desarrollado en los territorios de España.

Según wikipedia, Sefarad es el nombre que los antiguos judíos de esta región daban a los territorios de España. En esta región, donde convivían con musulmanes y cristianos, la cultura judaíca evolucionó rápidamente - incluida la gastronómica, que es de la que yo tengo conocimiento. Se considera que en la edad media los judíos hispanos eran reconocidos como líderes de la fé y la cultura de esta religión.

Esta influencia se modificó geográficamente a partir de 1492, año en el que estas comunidades fueron expulsadas del país por los Reyes Católicos y se establecieron en el norte de África, Francia meridional, Italia y la Nueva España, entre otros sitios. Su cultura y costumbres se conservaron en estos espacios y poco a poco - como tiene que ser - vuelve a su lugar de origen.

El domingo pasado, en las páginas de La Vanguardia (uno de los diarios con más circulación en Barcelona) apareció un artículo sobre la recuperación de las tradiciones de esta religión aquí, en la Ciudad Condal. Resulta además que el artículo es de la autoría de Manel, un querido amigo catalán por extensión, je. Me doy el lujo de reproducirlo en este blog, ya que eventualmente el link nos llevaría a un artículo de paga y yo quiero conservarlo.

Vaya el vistazo, pues, a la comunidad judía en Barcelona.

Una Torá española tras cinco siglos

Manel Estapé Esparza - 03/07/2005

La sede de la comunidad Jabad Lubavitch en Barcelona (www.chabadbarcelona.org) está en unos bajos de la calle Joan Gámper. Sin lujos ni glamour, en sólo 80 m² hay espacio para un despacho y un salón. En el salón está la biblioteca, especializada en temas judaicos, y la sinagoga, con capacidad para unas decenas de fieles. En una de sus paredes hay un armario, llamado aaron ha-qodeix (arca sagrada) donde se guardan los rollos de la Torá. Al lado, una especie de pupitre o tevá para leerla, siempre que el grupo de reunidos supere la decena. Todo judío está obligado al estudio de la Torá, que es la designación tradicional judía para el Pentateuco, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento (Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio). En ella se encuentran los 613 preceptos que ha de observar un creyente para llevar una vida correcta.

Los jueves por la tarde, la actividad del rabino David Libersohn es muy variada. En su despacho atiende a un joven con dudas religiosas. En el salón le aguarda una familia judía que acaba de llegar a Barcelona. Sólo lleva la dirección de la sinagoga y busca alojamiento. Al otro lado del teléfono móvil, un comercial de una empresa de distribución cárnica necesita urgentemente de sus servicios para mandar una partida de carne kosher, que es como exige comerla su religión. El rabino los atiende a todos casi simultáneamente. En una comunidad en la diáspora, y con una ley religiosa que afecta tanto desde la manera de comer y beber hasta la forma de descansar o vestirse, su misión incluye tanto solventar problemas logísticos como los espirituales o litúrgicos.

La vuelta a Sefarad
Esta actividad confirma una presencia cada vez mayor en Barcelona de la comunidad judía internacional, que lentamente, y desde hace unos 100 años, "ha ido volviendo a Sefarad. Es normal que ahora, en la madurez de la comunidad, se impulse la escritura de la Torá".

"Escribir un rollo (sefer) de la Torá es un mitzvá, un precepto, un privilegio para cada familia y cada comunidad", explica el rabino. "En tiempos pasados, cuando el padre llegaba a su plenitud, lo hacía como un legado para sus hijos. Era para él un momento con una gran carga emocional. Comunitariamente ahora sucede lo mismo".

No obstante, y aunque es aconsejable para todos los judíos cumplir este precepto ("Escribid para vosotros este cántico", Dt 31, 19), en la práctica son muy pocos los que lo llevan a cabo por la dificultad que representa. La escritura de la ley judía debe realizarse a mano, como si se hubiera recibido en el Sinaí, sobre un pergamino de piel de vacuno que no haya sido utilizado para el trabajo. El instrumento es una pluma de ave o una caña y la tinta utilizada es la vegetal. El escriba debe estar purificado y para asegurar eso debe pasar por un baño ritual llamado miqvé.Se debe pronunciar cada palabra que se transcribe en voz alta para no equivocarse en ninguna letra, puesto que no se puede modificar lo dicho por Dios. Además, la lengua del texto es el hebreo bíblico y la grafia es la cuadrática, una especie de letra de imprenta antigua.

Una gran oportunidad para España
Jaim Jalfon es un judío apasionado, espiritual y extravertido. Es gerente de dinero privado y el fundador del Centro de Curación LifeStyle, una institución que promueve la asistencia médica natural. Tiene más de 70 años. Llegó a Barcelona hace sólo cinco y su cabeza no para de generar ideas. Tras contactar con su comunidad "rápidamente nos dimos cuenta de que faltaba una Torá propia. Escribirla sería, y es, un gran tikun".Tikun es una palabra de complicada traducción y que sugiere la oportunidad de corregir y también la posibilidad de reconciliarse y enmendar el pasado.

"Es una gran oportunidad para España y para los judíos. En primer lugar, para España, porque de este modo podrá subsanar los errores que cometió con la expulsión y con la persecución de la Inquisición. Después de 500 años podrá celebrarse el renacimiento de la cultura judía. En segundo lugar, para los judíos que vivimos en esta ciudad, porque de este modo seguro que estaremos más unidos". Por eso invita a cualquiera, judío o no judío, a sumarse a este proyecto y a financiarlo.

Según él, se necesitan unos 54.000 dólares para cubrir los gastos de escritura durante aproximadamente el año y medio que dura el trabajo. Sin embargo, no busca grandes donaciones ni grandes mecenas. "Buscar un mecenas es fácil. Yo mismo doné, en nombre de mis padres, la actual Torá del centro Lubavitch. Preferimos que participen muchas personas para que así todo el mundo pueda cumplir con este precepto". De momento han contribuido desde amigos suyos irlandeses no judíos hasta niños de una escuela de Brooklyn que hicieron una colecta especial. "Tosés, do el mundo puede subvencionar una letra de esta Torá por cinco euros".

El sofer (escriba) encargado de realizarlo es David Anidjar, que vivió de los cinco a los 18 años en Barcelona. "Para que la Torá sea de España y para España necesitábamos que el sofer fuera español -dice Jaim Jalfon-. Y no hay muchos".

Las primeras letras se escribieron en Barcelona el 23 de diciembre de 2003, en plena festividad de Januca, en un acto presidido por el Gran Rabino de Israel, HaRav HaRashí haRav Iona Metzger y otras altas personalidades de la vida judía y social. Posteriormente, el sofer se trasladó a Elon Moreh, donde reside, para realizar el grueso del trabajo. Elon Moreh es un asentamiento judío de 250 familias a unos escasos cinco kilómetros de Nablús (Cisjordania). Según cuenta él mismo, es un lugar especial. "Hace aproximadamente unos 4.000 años, Abraham se instaló en esta tierra al venir de Babilonia y Jacob compró aquí un terreno, tal como se explica en la Torá. Cerca está el monte Ebol, donde Josué, el sucesor de Moi-escribió la Torá por primera vez en la tierra de Israel (Js 8,32), después de su regreso de Egipto".

Desde esta población, David Anidjar escribe unas ocho horas diarias, después de la oración matutina y del miqvé, el baño purificador. "Más tiempo es muy complicado. La principal dificultad a la hora de escribir la Torá no es respetar todas las reglas de la escritura, la principal dificultad es la paciencia. Trabajando solo es muy fácil perder la concentración y este trabajo requiere una concentración extrema y no tener prisa". Así pues, no es extraño que en los estudios rabínicos se preste mucha atención en la formación de los sofer a los temas relacionados con el carácter de las personas. "No todo el mundo puede ser sofer",señala. "Para serlo, además de ser judío, buen observante y temeroso de Dios, hay que ser muy paciente".

Sólo al final de la escritura, que está prevista para dentro de pocos meses, trabajará con un equipo de gente que, junto con la ayuda de un escáner, revisarán letra a letra el texto. Una vez las autoridades rabínicas lo aprueben, vendrá para Barcelona a escribir las últimas letras. Más de 500 años después, en Sefarad se habrá vuelto a escribir un Sefer Torá.

1 comentario:

Roberto Iza Valdés dijo...
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