Pregúntese a sí mismo por qué quiere escribir. Pregúntese si debe escribir. Pregúntese si puede vivir sin escribir. Si su necesidad de escribir es imperiosa y surge de lo más profundo de su corazón, ¿qué le importa lo demás? Construya su vida en función de esa necesidad, aunque tenga que trabajar en otra cosa, y escriba en la más completa soledad.-Rainer Maria Rilke - Cartas a un joven poeta
En lo absoluto soy el joven poeta de 20 años al que escribe Rilke - que Gabriel Zaid muy bien apunta tenía 28 años cuando mandó estas cartas. Y aún así, en este letargo que da la sociedad del conocimiento y el bienestar, a veces todavía me pregunto qué es exactamente lo que quiero hacer. Cómo. Cuándo.
Escucho las historias heroícas de quienes se han hecho escritores a costa de su salud (física o mental): escribiendo imposibles novelas en noches robadas al trabajo físico o en tardes escaqueadas al trabajo en agencia de publicidad. Tengo la tentación de decir que ya no escribo - pero en realidad sí que lo hago. Y hay una sola cosa que no me cuestiono: no podría vivir la vida sin contársela a otros.
Reconozco que me da culpa - si alguien me da pie me puedo pasar dos horas acumulando frases sobre casi cualquier tema. Vamos, que últimamente hablo hasta de política y de fútbol - lo de la religión me viene de familia, qué vamos a hacerle. Me da culpa, digo, ser esa vocecita que habla, habla, habla y escribe ... escribe... escribe.
Dirigo este post a Kitty que era la amiga imaginaria de Anne Frank, la del diario. Lo leí muy pequeña y recuerdo haber pensado entonces que me gustaría dedicarme a escribir - incluso pensé que sería bueno que me pasaran cosas, para poder escribir de cosas interesantes. Este, Yunuen querida, era uno de los libros que leía debajo de mi cama, imaginándome la sensación de ahogo, de aprisionamiento...
No idolatro la figura de Frank - me imagino que si viviera sería una viejita un poco insoportable, la pobre - pero le reconozco haberme contagiado del bicho de las frases largas y las descripciones caseras. Y es un buen bicho.
Mi deseo de último mes del año: no dejar de escribir.
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