E iban en tantos trenes. Hoy, a las doce del día, salimos a la calle. Afuera de la escuela, unas trescientas personas guardamos silencio. Pasaron automóviles, autobuses y motocicletas. Una señora siguió comprando sus verduras en la tienda de enfrente. Y todos ellos ya no estaban.
Hace un año, mi mamá me pidió que ya no viniera a España - entonces eran sólo vacaciones. Hace un año, a todos les cambió la perspectiva. Desde hace más de siete días veo en la televisión cientos de imágenes de vidas interrumpidas por las bombas y por lo que pasó después de las bombas. En las revistas dominicales, nos miran los padres, los sobrevivientes. Siguen preguntando porqué. Sobre todo por qué.
Yo guardé silencio, en medio de los susurros. Al final, la pequeña vigilia terminó con un aplauso. Pauline y Valentine, mis compañeras francesas, me dijeron que ellas no entendían porqué la gente aplaudía. "Es un homenaje", les respondí. "Es por la certeza de que están en un lugar mejor". Al final, yo también me cuestioné los aplausos. Finalmente, todos formamos parte de la misma guerra.
12.3.05
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