Hay milagros tan grandes que pasan casi desapercibidos. Durante años, meses, días, segundos, piensas en tu vida, en lo que te rodea, sin verlos en realidad. Sin verte. Y parece milagroso ese instante en lo que algo te hace mirar una vez más en ese reflejo, en el espejo, en el fondo del armario. Y es un milagro descubrir que sí que tienes un par de zapatos que vayan con ese vestido, que sí que tenías un argumento para ese artículo, que sí que anotaste el dato, que guardaste el boleto de entrada al cine, que reconoces los colores que te trae la primavera. Que lo que te esta pasando, aunque sea la primera vez que te sucede, es reconocible para ti porque es un milagro.
Me pasa con la Pascua. Me pasa que me hace recordar todos esos pequeños milagros de mi infancia que se encadenaban en la semana santa: cuando descubrí la verdadera voz de mi abuelo, cuando comencé a pensar cómo atrapar la luna en un pañuelo, cuando me deshice de mi miedo de leer en público, a conducir sola, a buscar un amor, a abandonar un amor. Algo pasa conmigo que hay ciclos que se abren y se cierran alrededor de la semana santa, de la vigilia pascual.
Quizá sólo sea la necesidad de un rito. O la comodidad de tener uno que es a la vez inamovible y rico en significado. Llega la pascua y es para mi tiempo de encender velas como en la iglesia de mi infancia, cocer huevos como me enseñaron mis hermanos de vida, disfrutar del sol y la compañía como aprendí en casa. Esas cosas son las que hacen la resurrección.
Y hoy, queda citar las escrituras. Las que conocemos como santas y las que se hacen santas a lo largo de la vida. Y acordarse de las palabras registradas por el Evangelio de Mateo, al intentar explicar la manera en cómo se viven los milagros ("Entonces ellas, saliendo del sepulcro con
temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas"). Y las de Juan, que cuentan la angustia del que ha perdido algo
("Mujer, ¿por qué lloras, a quién buscas?"). Y las de Derek Walcott en Love After Love, que narran la felicidad de encontrar en uno esa cosa que necesitaba resurrección (la traducción, con todos sus tropiezos, es mía):
The time will come /Llegará el tiempo
when, with elation /en que, jubiloso
you will greet yourself arriving /te saludarás al llegar
at your own door, in your own mirror /a tu propia puerta, en tu espejo
and each will smile at the other's welcome, /y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro
and say, sit here. Eat. /y dirás siéntate aquí. Come.
You will love again the stranger who was your self./Volverás a amar al extraño que eras tu mismo.
Give wine. Give bread. Give back your heart /Sirve el vino. Sirve el pan. Regresa tu corazón
to itself, to the stranger who has loved you/a si mismo, al extraño, que te ha amado
all your life, whom you ignored / toda tu vida, al que ignoraste
for another, who knows you by heart. / por otro, al que te conoce de corazón.
Take down the love letters from the bookshelf, /Saca las cartas de amor de la biblioteca,
the photographs, the desperate notes, / las fotografías, las notas desesperadas,
peel your own image from the mirror. / arranca tu imagen del espejo.
Sit. Feast on your life. / Siéntate. Homenajea tu vida.
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