Los aniversarios me pesan como si fueran una loza: hoy hace un año estaba saliendo en un avión hacia Toronto para reinventarme. Y sí, me reinventé... pero no con el plan que estaba programado para la reinvención. Estoy sentada, mirándome la punta de los tenis y desconcertada - porque no, no puedo hacer mucho. Entre mis archivos, me espera la tesis. Salí a buscar dónde hacer ejercicio pero la lluvia me regresó a casa. Y aquí, que estoy bien, que tengo libros, netflix y otras maravillas del mundo moderno, parece que no pasa nada.
Pero sí que pasa. Pasa que este blog desde hace semanas o meses no habla en lo absoluto. Ayer escribí un texto y lo mandé a un concurso por disciplina. Corrí 5 kilómetros por disciplina. Hice tres comidas por disciplina. Y sin embargo, hoy la disciplina me abandonó. Se sentó conmigo mientras corregíamos una hora de la bibliografía y buscábamos una información y luego - la vi, claramente, salió a jugar bajo la lluvia de verano. Es igual de tupida que la de otros meses del año pero, como hace menos frío, casi parece disfrutarse.
Ahora me dedico desde mi sillón a mirar el sol. A ver si ponerme una nueva metodología, un nuevo método, llega a la reinvención. Muchas de las cosas que estoy intentando hacer no son nuevas y quizá lo que me pasa a mi es que estoy enferma de novedad. Quiero siempre que haya un elemento sorpresa en todo - por lo menos en la teoría. Pero quizá la reinvención que estoy pasando ahora es darme cuenta que la calma también me gusta, que adentro también hay cosas, que no tengo muchas ganas de salir a la calle.
Y cuando la disciplina me abandona y se sale a correr, tampoco es que vaya muy lejos. La estoy mirando desde la venta. Sé que pronto volverá.
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