No la veo... la escucho a través de mi única ventana. Me quejo a veces de que la casa nueva es ruidosa pero ahora no. Sin verla, sé que sonríe. Por las variaciones de su voz, sé que corre de arriba a abajo de la calle. Por el tono de su carcajada, sé que está feliz. Y que su padre, que está con ella, también.
"Papa! Ja has arribat!"
Bienvenidos sean siempre esos sonidos.