2.9.11

Peter Pan también vuelve a la escuela

Ahora resulta que las reflexiones más importantes de nuestra vida las hacemos con amigos de siempre pero no frente a una taza de café o a un vaso con dos hielos y bourbon, sino a través de un chat - en momentos robados de la oficina, de un lado a otro del mundo.

Con los que están aquí y los que están allá hay dos opciones: o nos hablamos de las vidas que han seguido los planes conocidos (esa casa nueva, las niñas que ya van a la escuela, el trabajo de ejecutivo en la capital financiera, los pacientes satisfechos...) o nos preguntamos ahora qué sigue en los que dimos en algún momento un golpe de timón.

Con septiembre, todo el mundo regresa a una cierta normalidad de actividades. Yo y los clientes, las fechas límite, las cosas por venir. Sí, sigue haciendo calor pero y qué: ahora la playa parece que está un poquito más alejada que lo que estaba hasta ahora. No hay error en la geografía - hay cambio en las necesidades. Y resulta que algunos se preocupan por los resultados financieros, por las hipotecas y las pensiones, por el nuevo trabajo que no llega, por las cosas que no han salido como se imaginaban. Algo así como la gente que se gradúa de la Ivy League y acaba trabajando en una cafetería porque, bueh, es lo único que hay que hacer.

Es septiembre e incluso en Barcelona y la tierra de los freelances, hay que volver. Ponerse de cabeza en lo que tendría que haberse cerrado y terminado hace dos meses. Ver claramente hacia los próximos siguientes. Planear. Esperar. Imaginarse... pero tanto trabajo tiene que estar acompañado de algo. Aunque sea de una buena canción y una cerveza al final de la tarde.

Al final de cuentas, que yo sepa ninguno hemos recibido un aviso de desalojo del ReinoDeNuncaJamás.



(Gracias a Felix Duque por la canción)


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