28.9.06

Tres notas del periódico

Corro, para esconderme no sé de qué - o alcanzar a terminar cosas que en realidad no me queda muy claro para qué sirven. Lo cierto es que además de facturas y pendientes oficinescos, se me acumulan sobre el escritorio recortes de periódico sobre los que quiero decir algo. Así que, en resumen:

- Yo también estoy de acuerdo con Ángela Merkel (aunque sea esdrújula): muy mal que la Deutsche Oper de Berlín haya cancelado la ópera Idomeneo de Mozart porque, como aparecía una cabeza degollada de Mahoma - junto con otras de Buda y Cristo - en el escenario, no fuera a ser que las "fuerzas islámicas" se pusieran locas y comenzaran otra Yijad. Desde donde yo lo entiendo, el terrorismo implica lograr que la gente viva con terror. Eso, cancelar una ópera para no herir sensibilidades, es tener terror. Muchísimo. Y no creo que se valga que les concedamos a los señores islamistas radicales (que no todos los islamistas son agresivos, mire usté) ese tipo de temor. He dicho.

- Los guapísimos y monísimos y modelados por Mattel Príncipes de Asturias (¿a poco no podrían venir en una caja de Barbie? "Barbie Letizia: se transforma- periodista y princesa. ¡Viene con su príncipe! ¡Pídela esta Navidad!") están embarazados otra vez. Y los medios españoles revolucionados por la Ley Sálica y que si doña Leonorcita - mira que Leonor es nombre de persona mayor - no podrá ser reina (ya que se muera su padre, esto es, si es que sigue entonces en pie la monarquía). Qué cosas estas de vivir en la Europa Culta.

- Según el periódico ADN y su "consejo de expertos" (la ministra de cultura, dos editores, un filósofo, un periodista y dos escritoras) los diez libros que uno tiene que leer antes de cumplir los 18 años son:
  • Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain
  • La Isla del Tesoro, de RL Stevenson
  • Peter Pan y Wendy, de JM Barrie
  • Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol
  • La Odisea, de Homero
  • Romancero Gitano, de Federico García Lorca
  • Cuentos Completos, de Hans Christian Andersen
  • El guardián entre el centeno, de JD Salinger
  • Cumbres borrascosas, de Emily Brontë
  • El extranjero, de Albert Camus

Cuatro notas sobre la nota

  1. Fuí una adolescente inculta para todos ellos. Qué triste.
  2. La gente de ADN está loca. Cuando uno lee las opciones que dieron todos los involucrados, se da cuenta que la selección final estuvo hecha así, como a mano alegre. Digamos que fueron los que más le gustaron al editor.
  3. ¿Realmente creen que uno se tiene que leer "El guardián en el Centeno", "La Odisea" y "El extranjero" a los 15 años? Puf. Y luego se pregunta uno porqué la gente joven no lee.
  4. Prometo escribir mi propia lista de los diez indispensables. Y coinciden poco, adelanto.

26.9.06

Motores fríos

Cuando era niña, había anuncios de la Secretaría de Medio Ambiente en la que pedían que no "calentaras" los motores de los coches en la mañana para evitar la contaminación. Hace casi una hora que llegué a la oficina y he hecho un par de tonterías, sólo. Algo le pasa a mi cerebro que no arranca. O no quiere arrancar.

Ayer estuve tirada al sol con el Duque y Laurence. Mientras el Duque intentaría hacer volar una cometa de 1€ (bastante mala, con muy poco éxito), nosotras hablábamos de cosas de adultos: noticias, viajes, olvidos. Y resulta que el sol de Barcelona, el sol de otoño que insiste en irse, es quizá la mejor terapia para los dolores de corazón: los cicatriza rápido, sin tiempo de pensar en ello.

Vimos Alatriste. Yo, que no había leído las novelas - y no pienso hacerlo -, la encontré un poco sosa. Pero aún al salir no estaba segura si me había gustado o no. Hubo algo que me gustó, aunque triste: la escena en la que un envejecido Alatriste (a mí sí me gusta el casting de Viggo Mortenssen) entrega a su antigua amante un carísimo collar. Ella está muy enferma, en un hospital de sifilíticas. Él llora, arrepentido, por no haberse quedado con ella en su momento. Y llora. Y es bueno que llore. Por lo demás... hum, pues no lo sé. Se aceptan críticas.

Me voy a trabajar. Que toca.

20.9.06

Complemento del bautizo



A todos aquellos que quisieron ver alguna vez el terror reflejado en mis ojos... resulta que es muy fácil. Sólo hay que subirme a un Fórmula 1. Fotografía complemento de este post.

60 días después

Mi nariz es la misma. Quizá un poquitín más gruesa, pero es que sigue hinchada. Y, según la doctora que me operó, seguirá durante por lo menos un par de meses más. Regreso a la oficina. Me dedico a limpiar los papeles que no sirven más. Tengo una sensación de término, de fin de ciclo... quizá el fin de ciclo de mi baja. No estoy orgullosa de lo que hay. Ni de lo que viene. Las aguas se preveen turbulentas. A mí alrededor, las voces suben y bajan dejando entrever que algo no está bien. Pereza. Caos. Yo quisiera irme. Pero a otro trabajo. Eso de estar en mi casa sólo me deja un poco más tonta de lo normal.

13.9.06

La becaria

Comenzó con el anuncio de la visita de los holandeses. Un correo electrónico pedía que tuviéramos las oficinas y el almacén en las mejores condiciones posibles porque venían los nuevos jefes. Una semana antes comenzó la danza de la simulación: tira lo que antes era importantísimo, limpia lo que hace años no movías. Y en tanto movimiento, ellas salieron. Enormes. Grises. Salieron espantadas entre las cajas del fondo, enormes. Miguel decía que eran inmensas, del tamaño de un brazo.

Cuando me lo contaron, yo lo recibí como una leyenda urbana. Parecía que cada vez que alguien las invocaba crecían más o se volvían más feroces. Como cuento para niños. Aparecieron por primera vez un jueves. Para el viernes, las bromas habían desterrado al terror inicial. Pero pasó el fin de semana. Y llegó el lunes.

Como todos los días, prendí la luz. Algo había cambiado. Dirían los jedis que había algún tipo de perturbación en la fuerza. Curiosamente, tuve como una ceguera parcial: era obvio que alguien – o algo – había estado ahí. Pero no quería verlo. No quería percibir el caos reinante en mi escritorio. Ni la ausencia de mi manzana. O el camino de tierra que salía desde mi maceta (tengo una planta que me acompaña) hasta el suelo. Todo era raro. Pero lo más raro de todo fue cuando descubrí que Guillemette no estaba.

Guillemette es un cactus regalado por su homónima, una querida amiga que vive en Lyon. Me lo compró para alejar las malas vibras del escritorio. Apenas una semana atrás un día me había sorprendido con unas pequeñísimas flores lilas. Y ahora no estaba. Al comenzar a buscarlo por detrás del escritorio, descubrí más caos. Demasiado caos. Y unas cosas que no parecían precisamente pequeños pedazos de chocolate.

Encontré a Guillemette tirado detrás del escritorio. Y entendí que había tenido un visitante. Entonces, todo comenzó a ser claro. Los pedacitos de algo negro eran seña que además había descargado su estómago. Después de comerse mi manzana. Y pasearse por escritorio. Y – deseé – espinarse con el valientísimo Guillemette que, en la lucha, había terminado en el suelo.

La señora de intendencia, Amable (nombre propio, además de característica), limpió de nuevo y más o menos a consciencia mi escritorio. Más o menos porque la verdad es que yo nunca he confiado en que limpie nada a consciencia. Pero intenté pensar que todo estaba bien, que nada había pasado, que el visitante había entrado atraído principalmente por la manzana que dejé el viernes. Todos dijeron lo mismo. Que había dejado comida. Se les olvidaba que durante todo el invierno yo había tenido una bandeja llena de dulces y nunca, nunca había sido atacada… con excepción de por los humanos que pululan por la oficina.

Logré olvidarlo. Llegó el martes. Cuando encendí la luz, todo estaba bien. Comencé a trabajar con la sensación de que alguien más estaba ahí. Me tranquilicé a fuerzas. Escuchaba ruidos, pero estaba casi segura que eran mis nervios. Sólo mis nervios. Puse música. Seguía escuchando ruido. Algo que se movía. Abrí un cajón. Todo parecía en orden. Abrí otro cajón. Había un poco de caos. Lo cerré. Seguí trabajando. Y el ruido seguía ahí, poco a poco. Volví a abrir el cajón medio de mi escritorio y me brincó encima. Era un ratón joven, creo, por el color de su pelaje. Medía casi veinte centímetros. Todavía, meses después, puedo sentir sus patitas y su peso en mis piernas. No supe si me había asustado o no. En ese momento. Un minuto después, cuando Lisa gritó y el ratón salió corriendo por las escaleras me di cuenta que sí que me había asustado.

De eso hacen varios meses. Duré un par de días nerviosa – todavía a veces lo estoy. Asqueada. Siento que mi oficina es un sitio sucio y extraño. Incluso alguna vez pensé que se podría hacer una demanda por emotional distress o cosa similar.

Un par de semanas atrás, iba caminando con el Duque por las calles de Gràcia. Nos dirigíamos al cine y de pronto vi moverse cerca de una tienda abandonada a un ratón muy similar a aquella “becaria” que vivía en mi escritorio. Temblorosa, me detuve y le di un tirón de brazo a Flavio. “Mira”, fue todo lo que pude balbucear…helada. El Duque dio voces, asombrado. El ratón se percató de nosotros y salió corriendo.

Ahora tengo miedo de regresar a la oficina. El temor a encontrarme con otra rata incluso supera la pereza de lidiar con la peor parte del trabajo o de hablar con los clientes más bordes. O me puedo estar engañando: la rata aquella puede ser un cautionary tale que me dice que no tengo nada que estar haciendo aquí, que más vale cambiar pronto porque lo que se guarda como sorpresas en esta empresa no parece nada agradable. Es tiempo de cambios. Ojalá.

6.9.06

Ah, las erratas


El día de hoy, el diario gratuito ADN amaneció con una errata en portada que, para mí, garantizaría un buen jalón de orejas. Sin embargo, aceptémoslo: la política mexicana en España es sólo anecdótica... no les podría importar menos.

Como dándole la razón a López Obrador & Co., el diario publica que "Vicente Calderón gana en México". Ah, el horror. Luego dice que el primo López Obrador no quiere aceptarlo y no lo dejará tomar posesión. ¿Por qué no me sorprende?

Cabe decir que la nota interior es correcta. Cuidado con los jefes de cierre disléxicos. O extra socialistas.
Chale.

5.9.06

Lo cantado, cantado está

No soy analista político. Y sin embargo no pronostico unos días muy tranquilos en nuestro querido país. Felipe Calderón es ya presidente electo de acuerdo al Tribunal Electoral. Señor: que sepa que los que votamos por usted (y los que no lo hicieron) lo estaremos vigilando muy de cerca. Que queremos que se incluya a los menos favorecidos en los programas de gobierno. Que queremos un ambiente de paz y cordialidad en nuestro país. Que queremos que nuestras empresas crezcan y estén cada día mejor. Sí, lo felicito. Pero ante todo, póngase a trabajar.

4.9.06

Inesperado bautizo

Hay una cosa que sé con seguridad: no pagaría por volverlo a hacer. Me duelen las piernas, los brazos y la espalda. Y sólo de acordarme la sensación en la primera curva... hum... interesante... creo que ahora me volvería a subir a las montañas rusas. Algo bueno tenía que tener un inesperado bautismo en una fé que no profeso.
La culpa en el fondo es de mi jefe quien - estoy segura - hubiera aceptado gustosísimo y sin chistar subirse al aparato en cuestión. Nunca entendí que fué lo que pasó, si alguien canceló o simple y sencillamente no había nadie apuntado. Y acabé subida en un Fórmula 1 dándole tres vueltas al Circuito de Montmelò.
Ojo, yo no iba al volante. Existen unos coches especiales, unos triplazas de Fórmula 1 que se utilizan para entrenamientos y, en otros casos, para poner al frente de la sensación de la velocidad a alguien que no podría hacerlo por mi mismo. Mi compañero de viaje, un hombre llamado Antonio, estaba parapléjico. Sus hermanos lo llevaron y le hicieron gran fiesta al subirlo al Fórmula 1. A mí, que estaba ahí atendiendo a unos clientes de la sacrosanta promoción (fiú, el alivio del final), Fabrice - uno de los chicos de la organización - me habló casi a hurtadillas. En francés me dijo que me tocaba subirme. Se río mucho cuando miró mi cara de interrogación y me preguntó que si no me gustaría subirme, que era mi oportunidad.
Una cosa me quedo clara incluso en el momento de más miedo: yo nunca iba a pagar por eso y era poco probable que se me presentara otra vez la oportunidad. Entonces dije que sí. Después me enteré que el puesto ya se lo habían ofrecido a una chica de dentro de la organización, quien lo había rechazado con horror. "Es que me da mucho miedo la velocidad", me dijo mientras me miraba abrocharme el mono. Claro, pensé, como si a mí me gustara mucho.
Lo peor es estar esperando el arranque y llegar a la primera curva, porque es una aceleración continua desde cero. Sí, cerré los ojos. Y cuando sentí que me salía del carro casi quise gritar... pero no quería poner nervioso al piloto que llevaba mi vida y la de Antonio atadas a sus frenazos y aceleraciones. Como regalo especial para él, en lugar de dos vueltas al circuito, dimos tres. Sentí alivio cuando comenzó a frenar pero también una nostalgia un poco idiota: en el fondo, creo que me hubiese gustado una vuelta más.
Y ese es el cuento de cómo esta niña miedosita se subió a un Fórmula 1. Qué bien. Ahora vendrán más montañas rusas.

3.9.06

¿Quién dice que leer no sirve para nada?

A veces recuerdo con un cierto dejo agridulce las tardes de mi infancia en el verano, donde recibía algunos regaños por haberme pasado todo el día leyendo, tirada en mi cama. Los diálogos sonarían más o menos así:
- ¡Deja de estar de floja y ponte hacer algo.
-Estoy leyendo.
- Por eso... ponte a ser algo de provecho.

Además de las miles de razones por las que sé que leer es hacer algo de provecho, ahora hay más. Sobre todo si uno tiene entre 16 y 24 años. En México, Punto de Lectura está haciendo una promoción de becas para lectores juveniles. El asunto es que si uno lee y completa encuestas en su red entra a un concurso de becas en el que se les dará 1500 pesos mensuales durante el 2007 (algo así como 100 euros). A mí me parece muy interesante. La liga a la promoción está aquí.

Resumen de lectura

En las últimas tres semanas me he leído, a saber:

- Lunar Park de Bret Easton Ellis. No lo puedo creer, no lo puedo creer, no se lo puedo creer. Fue mi escritor favorito durante mucho tiempo y American Psycho sigue estando entre mis libros de cabecera pero... otra vez tengo la impresión de haber sido estafada.
- Satisfaction de Alina Reyes. Libro erótico muy divertido y recomendable, editado por La Sonrisa Vertical. La autora es francesa y habla sobre una pareja de white-trash. Interesante, sí. Hacía mucho que no leía erótica y fue refrescante.
- Cómo ser buenos de Nick Hornby. Mi nuevo autor preferido de todos los tiempos me sigue pareciendo divertidísimo. No sé si me gustó el final, pero habrá que releerlo. Yo quiero aprender a escribir libros de 300 páginas que se pasen como agua. Creo que este también tiene amplias esperanzas de convertirse en película como sus anteriores High Fidelity y About a Boy.

En proceso:

- Emily L. de Marguerite Duras.

(Qué bonito es tener una credencial de las Bibliotecas de Barcelona y poder leer tooodo. Muy feliz. ¿Alguien me querrá pagar a mí por leer?).

A las pruebas me remito.

El viernes el Duque no pudo dormir. Había visto la noticia de la toma de la tribuna en la Cámara por los perredistas y la no entrega del informe. Esta mañana, al solecito de Barcelona, leemos la opinión de los diarios locales. Ya el NYT había descalificado (ver el post anterior) las locuras del tío Andrés Manuel y lo había llamado a la cordura. Hoy El País - que por su orientación de izquierdas también en algún momento lo apoyo - remata la faena con este editorial. Y como dice el título de este post... me remito.

Único aclaratorio: encuentro con horror en varios diarios europeos que llaman a don López sólo por "Obrador"... ¿y eso qué significará?

EDITORIAL
El exceso de Obrador

EL PAÍS - Opinión - 03-09-2006

El candidato izquierdista a las elecciones presidenciales mexicanas Andrés Manuel López Obrador, no sólo ha perdido la cita con las urnas de julio, aunque por el muy estrecho margen de votos del 0,58%, sino también todo grado de mesura y madurez política y, cada vez con mayor seguridad, toda posibilidad de volver a ser candidato a la jefatura del Estado de un país serio con la historia, el peso y la dignidad de México.
El espectáculo ofrecido el viernes en el Parlamento mexicano por los miembros del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de López Obrador al impedir físicamente al saliente presidente de la República, Vicente Fox, que leyera su informe anual del Gobierno es un paso más del líder izquierdista hacia su fracaso y automarginación de todo proceso democrático en el futuro. El daño que López Obrador está infligiendo a la izquierda democrática mexicana es incalculable. Las últimas encuestas revelan que de celebrarse hoy elecciones, aquel exiguo medio punto de ventaja obtenido por Felipe Calderón podría ser ahora de 12 o 13 puntos.
Quien, como hizo López Obrador el viernes, manda "al diablo las instituciones" y las tacha a todas de caducas, corruptas e inservibles, se descalifica para presidirlas, y no sólo en este mandato que el voto le ha negado, sino también en los futuros. México ha luchado mucho por el crecimiento, solidez y mejora de sus instituciones democráticas como para sacrificarlas por la obcecación de quien parece presa de puro resentimiento. Lo que intentó en un principio con concentraciones callejeras, bloqueos urbanos, amenazas a los jueces e intimidaciones a la junta electoral ha acabado, fatídicamente, en un acto de coacción contra la cámara parlamentaria y el presidente saliente. Ningún país democrático quiere ver su Parlamento, donde reside la soberanía popular, rodeado de miles de agentes de seguridad, como sucedió el viernes en previsión de incidentes, pero eso no justifica, como pretendieron los diputados del PRD, el boicoteo sufrido por el presidente Fox, que tuvo que abandonar la cámara sin poder ejercer su derecho y deber de exponer su último informe de Gobierno, algo insólito en la democracia mexicana.
La deriva antisistema a la que parece haberse entregado ya definitivamente López Obrador no puede poner en peligro las instituciones democráticas mexicanas ni la madurez de una ciudadanía volcada en la lucha por la modernidad, el progreso y el respeto a las leyes. Se equivoca el candidato izquierdista cuando intenta evocar fantasmas del pasado al sugerir tentaciones represivas del Ejército o la policía mexicanos. México quiere estar a años luz de aquellos escenarios. Precisamente el comportamiento -impecable en su eficiencia, moderación y criterio- en estos dos meses de todos los estamentos e instituciones, incluidas las armadas, revela lo inútil del insensato populismo radical de López Obrador. El Tribunal Electoral ha fallado que ha perdido las elecciones. Su desmesura está fuera de tiempo y de lugar en el México moderno.

1.9.06

Fin de agosto

Reinició el tiraje de los periódicos gratuitos. El metro va lleno por las mañanas. Y la gente, regresa a su eternísimo ceño fruncido - las españolas son guapas, pero se ven viejas: parece que sufren de manera permanente. Se acabaron las vacaciones.

A pesar de que el agua del mar está en su momento óptimo, las playas ya están desiertas. Ya no están en modo verano. La gente trabaja, se estresa, se grita. Y los turistas siguen llenando las calles. Pero los barceloneses ya no descansan, ya no. Abandonan la playa. Como si lo mereciera.

Yo, en cambio, sigo los consejos del médico: me voy a bañarme a las poco profundas aguas de la playa de Bogatell. Algunas noches, la marea está más alta y el mar me pasea, de un lado a otro, sin que yo tenga opción. Salgo del agua cansada, con hambre, contenta. Mi piel se duele de la sal. De regreso, la vida tiene otro color. Ojalá que siga estando igual este mes de septiembre.