4.12.09

En primera y tercera persona del singular y el plural

México suspira y se limpia las lágrimas, se reacomoda. En las redes sociales, en algunos medios, se escuchan todos los días alegatos nuevos sobre estas nuevas leyes en contra del aborto - básicamente leyes que se dedican a satanizar a las madres y a los médicos que practican el procedimiento. Algunos son arranques de pasión católica mal entendidos. Otros, como el artículo de Sara Schulz en Nexos, historias en primera persona de la experiencia de un aborto.

Schulz hace un comentario que a mí me parece importante: introduce el concepto de "nosotros". Esa importancia de sentirte apoyada también por la otra parte de las células que empiezan a crecer en tu cuerpo. Porque un embarazo - o para el caso un aborto - se tiene que contar desde la primera y la tercera persona del singular y del plural: yo, el, nosotros, ellos (los otros).

No puedo contar de mi sangre una historia al respecto de un aborto "prohibido". Puedo contar las de ellas: la de la que pidió un aborto a los 18 porque era adicta a las drogas y en el procedimiento le desgarraron el útero y no podrá tener más hijos; la que pidió un aborto a los treinta y pocos para evitarse un disgusto con sus padres y acabó muerta (sí, muerta) con una hemorragia incorregible; la que pidió un aborto a los 22 porque no estaba segura de que su novio quisiera al bebé y ahora es mujer de otro chico, con quien comparte la paternidad de una niña preciosa. El único común denominador en estas historias es que todas ellas se pusieron en peligro, pagaron a un médico que estuvo de acuerdo en ir en contra de las normas, por las razones que fueran.

El asunto final es que no se van a parar los abortos con prohibirlos: se van a hacer más caros, más peligrosos, más para gente con dinero que pueda pagárselos en el extranjero.

No es este un alegato en favor del aborto: defiendo profundamente la vida y la responsabilidad de los que no quieren ser padres en prevenir antes. Los abortos no son una experiencia agradable, en ningún caso. Son una intervención quirúrgica la mayoría de las veces que, si la pobre mujer tiene la misma suerte que tuve yo, se realizan en maternidades, escuchando los llantos de otros niños al nacer.

Vaya pues este alegato no sólo por el derecho a decidir, sino por proteger las vidas de las mujeres que se ponen en peligro y seguirán poniéndose, mientras no haya leyes que amparen su libre (y soberana) decisión. Aquí, la otra única cita posible es de Voltaire (nunca exacta la traducción): "podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo".

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