“¿Para qué te sirve saber todas esas cosas?” me dijo. Estábamos sentados en la barra de un hotel art-decó en Amsterdam. Yo tomaba café sin azúcar y él fumaba un cigarro que acaba de liarse. Justo habíamos discutido sobre
Lolita y el año en el que Nabokov recibió el Nobel. “Sabes demasiado. ¿No te impide crear, hacer cosas? A veces yo pienso que sabiendo que hay tanta gente que hace las cosas bien, es difícil crear. Porque hay tantos que ya son buenos, y nadie los conoce. Como Nabokov, por ejemplo. Yo pinto y, al final del día, me pregunto si lo que hago realmente tiene sentido, si será importante para alguien”. Me reservé mi respuesta. Es una pregunta que por el momento he decidido no hacerme.
Vaya...
ResponderBorrarTengo una postal que compré en Oxford que dice algo parecido, que para qué estudiar y entre más lo haces más olvidas. Eso me pasa a mí. Pero dichosa tú, que sabes y no olvidas.
:)
Mi querida Lata: yo siempre olvido todo lo que se supone que es importante saber. Me acuerdo, sin embargo, de mis películas y libros favoritos, del capítulo 7 de Rayuela, de las canciones que me hacen feliz. Y de las fotografías que adornan mi habitación. Te mando un abrazo grande.
ResponderBorrarEl ruso nunca ganó el Nobel, hubiera sido tan bonito que sí :P
ResponderBorrar¿Ves? ¡En realidad no sé tanto! ;) Te mando besos, gracias por las visitas.
ResponderBorrar